domingo, 23 de noviembre de 2014

LA NANOTECNOLOGÍA Y SUS REPERCUSIONES EN EL MEDIO AMBIENTE

Pensaba, en un principio, hacer una entrada por cada uno de los temas estudiados en clase: el impacto del hombre sobre el medio ambiente y la nanotecnología. Pero entonces me pregunté por qué no unificar ambos temas para poder correlacionarlos.

La noticia que he escogido (véase el enlace al final de la entrada) trata sobre los riesgos que la nanotecnología y sus compuestos pueden tener sobre el medio ambiente. En particular, se centra en los nanocompuestos (partículas de dióxido de titanio) que incorporan la gran mayoría de las cremas solares, y que pueden ser liberados al mar durante el baño. El problema reside en que dicha sustancia reacciona con la luz ultravioleta de la luz solar generando un potente agente oxidante -el peróxido de hidrógeno, comúnmente llamado agua oxigenada- el cual resulta dañino para las microalgas marinas.

Estructura molecular del TiO2
Los perjuicios ecológicos que puede llegar a tener dicha sustancia son relativamente altos, y podrían agravarse si no hacemos nada para solucionarlo. Después de todo, estos microorganismos son fundamentales para los ecosistemas marinos pues constituye la base de la pirámide trófica y poseen un nicho ecológico único. Ayudan, además, a reciclar el dióxido de carbono disuelto en el agua que puede ser transmitido a la atmósfera aumentando de esta manera la proporción y concentración de gases de efecto invernadero (lo que llevaría a un aumento de las temperaturas en todo el planeta) y cuyo exceso en el mar puede causar su acidificación, poniendo en grave riesgo a multitud de organismos marinos como el coral. De hecho, los estudios más recientes muestran una dramática reducción en las poblaciones de coral y la extensión de los arrecifes, pues las algas simbiontes que habitan en sus paredes y que les proporciona el alimento que necesitan para sobrevivir gracias a la fotosíntesis, mueren y se separan de los corales, dejando tras de sí esqueletos calcáreos inertes esperando con ansia volver a ser colonizados antes de que sea demasiado tarde para ellos.

Imagen de microalgas marinas
Los datos son apabullantes: 4 kilogramos de minúsculas partículas de dióxido de titanio liberadas en un solo día, solamente en una playa de Mallorca en un día de verano. Si sumáramos la cantidad liberada toda la temporada estival en todas las playas del mundo, el resultado sería absolutamente sobrecogedor.

Que la raza humanan progrese y evolucione, descubriendo por el camino nuevas técnicas y herramientas -como lo es la nanotecnología- para solucionar los problemas a los que se enfrenta y hacer, de esta manera, su vida más cómoda, sencilla y satisfactoria; no es algo negativo de por sí. Sin embargo, si no somos capaces de compensar a la Madre Tierra -de la que obtenemos todo lo necesario para llevarlo a cabo- por la huella que dicho progreso deja sobre el planeta (cada vez se necesitan más y más recursos para satisfacer a cada vez más y más personas en todo el mundo), entonces dicho progreso no habrá servido para nada. Debemos sentirnos orgullosos del estado en que dejamos a nuestros hijos el planeta que nuestros padres nos dieron por herencia. De lo contrario, el avance -cada vez más acelerado- de la sociedad humana nos llevará hacia un precipicio del que ya será imposible salir.

En conclusión, debemos centrar todos nuestros esfuerzos, energía, presupuesto e inversión en compatibilizar y conciliar nuestro progreso con la capacidad de autorregeneración del planeta. No podemos avanzar por un camino sin asegurarnos de que los que vengan detrás nuestras puedan también hacerlo y de que dicho camino nos conduzca hacia un futuro mejor, y no hasta el precipicio al que, hoy por hoy, la humanidad se acerca lenta pero inexorablemente.

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