''El mundo está lleno de sufrimiento, pero
rebosa de personas que lo han vencido y en su lucha descubrieron algo
valioso´´. Helen Keller
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Hawking dando su discurso por ordenador |
Stephen Hawking aún no había nacido cuando Helen Keller formuló
estas palabras. Sin embargo, a cualquiera que las lea hoy en día (como
probablemente sea su caso) le viene a la cabeza la triste imagen de un hombre
condenado a la inmovilidad el resto de su vida. Un hombre, que a pesar de su
grave enfermedad (ELA), cuya lucha hoy reivindican famosos y no tan famosos de
todos los lugares del planeta arrojándose un cubo de agua helada; ha sabido
descifrar los secretos más ocultos del universo y, como buen divulgador que es,
revelárnoslos de una manera clara y concisa. Es este, la divulgación y el
fomento de nuestras competencias científicas las que Hawking reivindica en este
escrito, en el que partiendo de la premisa (en la que tantas veces ha insistido
su homólogo español por antonomasia Eduard Punset) de que todo tiempo pasado
fue peor, defiende el carácter inherente al ser humano de la ciencia; es decir,
la búsqueda de conocimiento experimentado y contrastado acerca de todo cuanto
nos rodea (en mi opinión, aquello que a la larga ha contribuido más a la
diferenciación entre el `hombre´ y la `bestia´).
Hawking, también nos habla de la
importancia y responsabilidad que tiene la sociedad y los medios de
comunicación, y muy especialmente los colegios, de adaptar la enseñanza
científica a los tiempos que corren, haciendo hincapié en la necesidad de
fomentar entre los más jóvenes –y a veces lo no tan jóvenes- el interés por la
ciencia y en acabar con la desconfianza que el ya obsoleto modelo educativo que
actualmente tenemos nos produce hacia ella, como consecuencia del error de
pedigrí que arrastramos desde muy pequeñitos al confundir términos
completamente dispares.
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Príncipe Felipe durante el discurso de Hawking |
Lo que él defiende –cosa que personalmente comparto- es
que el objetivo final de la enseñanza científica no debe ser APRENDER, sino que
esto debe ser simplemente un paso intermedio que nos lleve a COMPRENDER aquello
que hemos aprendido. Si podemos sacar alguna conclusión de lo leído en su
discurso, la mía sería que es fácil aprender –cualquiera puede hacerlo-, pero
muy difícil comprender –algo reservado a tan solo unas pocas personas que,
lejos de conformarse con su ignorancia o erudición, exploran activamente los
límites infinitos de su ignorancia-. Algo, que como él defiende, debe ser
constante, incluso una vez terminados los estudios escolares, pues la ciencia
no es estática, sino que se encuentra en un continuo proceso de cambio y
evolución que como también advierte en el tramo final de su discurso, entraña
sus riesgos (medioambientales, nucleares…); y para combatirlos, necesitamos,
hoy más que nunca, estar informados y comprender que una gestión responsable de
nuestro conocimiento es la clave para seguir siendo lo que una vez fuimos sin
temor alguno: ciudadanos de un lugar llamado mundo. Todo ello objetivos de la asignatura de CMC, que esperemos nos sirva de recordatorio y nos ayude a cumplir con ellos.
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